Naranjas de oro: cuando las naranjas son manzanas

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Naranjas de oro: cuando las naranjas son manzanas

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Naranjas Ché

Naranjas

Igual que el Sol  sale por el este, las doradas naranjas nos llegaron de oriente. Aunque hasta el siglo XVIII no se extendió su cultivo, ya en el siglo XIV los europeos conocían las naranjas. Sin embargo poco nos hemos puesto de acuerdo a la hora de ponerle el nombre a esta deliciosa fruta.

Gracias a los árabes que la llamaban nāranj al árbol y naranjah a su fruto, pudimos darle un nombre a la fruta que los persas llamaban nārensh o nārang  y que tenía su origen en el término sánscrito narang que se usaba para nombrar a los naranjos. Antes incluso, las lenguas drávidas como el tamil llamaban narandam a la naranja amarga y nagarukam a la naranja dulce por su aroma embriagador ya que en la lengua tamil nari significa fragancia. Así heredamos nosotros los términos naranjo y naranja para definir al árbol y a la fruta.

Pero a pesar de tener una historia y en muchos casos una lengua  común, en Europa los distintos países han evolucionado hacia idiomas diferentes. Los portugueses, que se atribuyen el mérito de introducirla en Europa, cambiaron la n inicial para que no redundase con el artículo y la denominaron laranja. Gracias a dicha atribución muchos países cuyas lenguas son de origen indoeuropeo le pusieron el nombre a las naranjas en su honor. Por ejemplo, en Albania se les llama portokall, en Bulgaria portokal, en Grecia portokali, en Irán porteghal, en Rumania portocala. También está relacionado ese uso en árabe moderno donde las naranjas se conocen como bourtouqal,  en georgiano como ip’ort’oxal y en turco como portakal.

Aunque en italiano moderno, por el mismo motivo que en portugués se modificó el término para las naranjas, eliminando la letra inicial convirtiendo la palabra en arancia, en latín se  identificó esta fruta por su brillante color con el oro, llamándose aurantium. También en francés se la conocía como pomme d’orenge o manzana de oro, lo que por evolución del lenguaje en que que llegó siendo auranja cuando formaba parte del provenzal  antiguo y derivó en orange, al perderse por economía lingüística la n en el conjunto une norenge que sonaría en francés como une orenge.

Por influencia del francés, que era considerado la lengua culta en la Inglaterra medieval, también en inglés se pasó a denominar orange. Así también, refiriéndose a su origen oriental, en muchos países se tradujo el nombre de las naranjas como manzana de China. En bajo alemán se llama Apfelsine, en holandés appelsien y sinaasappel, en sueco apelsin y en noruego appelsin. Las lenguas eslavas emplean variantes como en eslovaco  que es pomaranč, en checo sería pomeranč, en esloveno la llaman pomaranča  y en polaco pomarańcza.

Por supuesto, todos estos nombres se referían a la Citrus aurantium o naranja amarga, que era la única conocida en Europa durante la época medieval. sin embargo a raíz del comercio con las Indias, Portugal trajo las naranjas dulces que pasaron a llamarse Naranjas de la China. El consumo popular de la naranja dulce desplazó a un segundo plano la naranja amarga, quedándose la naranja dulce con el nombre único de naranja y pasando la otra a denominarse como naranja amarga.

Este origen asiático también se refleja en el modo de llamar a las naranjas en América, ya que en el Caribe y México se le sigue llamando naranja china y en Puerto Rico y República Dominicana, simplemente china.

Y sí, si tenéis curiosidad,  el color naranja obtiene ese nombre por la fruta y no al revés.

“[…] Ricordo il giorno del mio matrimonio,

l’abito bianco di seta ed organza,

fiori d’arancio intorno all’altare,

aspettavo il mio sposo con devozione […]”


(Carmen Consoli “Fiori D’arancio”)
 

[Publicado por Alicia Ballesteros]